Ah, lobo. Cómo te entiendo ahora.
A veces, simplemente, ya no eres para el amor; en otras, se te escapa de las manos y hay que huir, todas las veces huir.
Todas las que se pueda.
Hay seres demasiado bellos, inmerecidos, y uno olisca el regalo con desconfianza, saboreando el futuro en la garganta, pero el miedo, la cola entre las piernas, el bosque sin certezas, lobo, ¿por qué duele tanto transitar? Porque duele, me susurras, duele tanto...
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