domingo, 17 de junio de 2018

Ofertorio

La felicidá, la melancolía.

Esas dos son las que me emperran el pensamiento.

La cabeza es como una maná de perros en leva, de verdad, se huelen, mueven la cola, muestran los dientes, comen. También pelean y se aman a mitad de calle, como si nadie los viera. Una los ve y se pone roja, pero nadie más los ve, entonces no entienden y creen que una es hipertensa o que le vino algo...A la Soa Lucy, que Dios la tenga en su santo reino, le vino algo cuando estábamos sirviendo la comida a los patrones -una ruma de años atrás, sí-, yo tenía como 25 y puro la ayudaba en la cocina no más, que pelando papas, que desgranando porotos, lavando la tabla de las carnes, ay, tanta cosa que se hace. Bueno, tenía como 25 y ese día habíamos bregao como lesas con el pavo relleno; la Soa Lucy se retorcía de tanto que metía cuestiones en el pavo, que era de 8 kilos más menos, y yo la notaba raaaaaara. Tome agüita de laurel, Soa Lucy, un taquito de limón, Soa Lucy, que la yerbita del sagrado corazón, Soa Lucy, con harta fe, Soa Lucy. 
La vieja tomó todo lo que ofrecieron. No le dije na yo, andaba con el genio entremedio de las charchas, que hartas que tenía, así que me puse el delantal bonito y me tiré a poner la mesa, como pa hacer algo y que no la tilden a una de floja, que es lo peor cuando una está recién y puertas adentro... Con tal que ordené los cubiertos, llené los jarros con agua fresquita y vino, puse los platos y las servilletas verdes (los viernes eran las verdes; sábado, conchoevino; domingo, marfil, y así). Miré pa'dentro de la cocina y la Soa Lucy traspiraba como caballo, pero se puso el delantal negro y salió a servir. Yo la seguí con el pavo en la fuente grande que tenía frutitas en relieve, que era la que más le gustaba a la patrona, la fuente era tan grande que no me veía los zapatos, así que entre oler el parqué recién encerado y chantarle el fuentazo a la Soa Lucy fue toda una pura cosa.
Le di con todo el envión en la boca del estómago y, por unos instantes, vi todo como lentito, como en las teleseries cuando el joven de bigote le da el beso a la chiquilla, así mismo, como con las luces convertidas en pelotitas amarillas alrededor de las caras; la Lucy tenía los ojos pa fuera y su cara estaba toda morá, yo pensé porque el pavo se había reventado en el suelo, pero cuando el tiempo volvió a ser el mismo de siempre, me di cuenta que el tiempo de ella se había quedado en el anterior. 

Cayó sentada.
Nadie me dijo nada. 

Después del luto de dos meses, me dijeron que yo era la dueña de la cocina, pero que ya no se comía más pavo... Yo tampoco dije nada, pero empecé a ver dos mujeres sentadas a la entrá de mi pieza. Una lleva una corona de muñequitas en la cabeza; la otra, le descabeza las muñecas para hacerse collares. Una las ve y se pone roja... cosas de la vida- suspiró.

(De La Liturgia de las Horas)

Novena.

Apareció de improviso, con la misma cara infinita de soprano asmática a punto de saltar por la cornisa.
La Virgen de las Agujas se había fabricado en Suiza, con porcelana Original de las que dicen Fragile en la caja, así que es de las finas... mire usté, Margarita, si tiene grabado abajito con letras doradas unas palabras, pero no la dé vuelta así, pue' mijita, no ve que después la patrona? Eso, con devoción se toma a la Madre del Redentor como cuando le plancha los pañuelos de seda a On Anselmo...ve lo que dice ahí abajo, Maiguita? Léamelo:

"Virgen de las Agujas, Reina de los Dolores, Tu vientre mil veces herido sana como las flores."

Margarita recogió su pubis de sólo imaginar el dolor de las Agujitas doradas en el vientre de la Virgen hecha a mano. Entonces lo supo: 
Jamás podría ir al Cielo. 
Estaba condenada. 
Su vientre y su pubis eran carnosos y redondos, una oda a los duraznos del jardín que Don Anselmo miraba desde la ventana del baño, a la vez que tocaba el triste centro de su pantalón, como intentando revivir un muerto de tres días. 
Jamás.
Estaba condenada.
El cielo era para las EsclavasdelSeñorhágaseenmísegúnTuPalabra.
Miró con rabia a la Reina de los Dolores y escupió sobre la estatuilla sin piedad.



Tomó un paño y -con una rabia afortunadamente confundida con devoción- limpió el polvillo de los pliegues de la Virgen como quien revienta unos vidrios con una piedra volcánica.


(De La Liturgia de las Horas)

sábado, 9 de junio de 2018

Poema para un niño con el nombre de un dios.



Estás detrás de tu cuerpo, te veo: 
Un enorme sol fascina a un niño,
ambos invaden el paisaje de amarillo. 
La floresta entre sus dedos cobra el mismo color
de las alas de ciertas mariposas,
a quienes tuviste el privilegio de devorar en un sueño.
Te veo, veo tu cuello, tus manos.
Tus pestañas.
Tus dedos delgados fundiéndose con uno como río infinito.
Te veo, pero nada de esto lo recordarás, pues los ciervos 

colmaron el paisaje de sábanas, y olvidaste.
Nada queda ya de esos tiempos previos al tiempo, sólo una delgada hebra
se desliza
cada vez
que miro
tu orgasmo.
(Te veo: estás detrás de tu cuerpo)