Me contradigo. Siempre. Es mi elección.
Es que la reelaboración es un trabajo precioso y preciso, fundamental en la construcción constante del logos y su soporte físico en las múltiples encarnaciones que se padecen en esta cantidad imprecisa de eones.
La reelaboración es certeza del fallo en el fenómeno inabarcable de la realidad.
De ahí que retroceda y asuma que el silencio sí. El discurso no cesa, solamente necesita pausa, cobrando la energía un carácter paradigmático de fabricar la torre de marfil. Recuerda la ley: Nada se destruye, sólo se transforma.
(Estamos condenados a fluir)
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