En una extraña y oscura distopía, el Aullido jamás se une a la Sabiduría.
La encuentra.
La reconoce.
La sabe, pero no es capaz de entender que la monstruosidad no agota el movimiento sabio de la naturaleza, sino que potencia la idea fundamental del caos, centro de ésta.
En esta extraña y oscura distopía, jamás abandonaré el ciclo de las muertes y las vidas en una sola vida, y tú, pequeño, estás condenado a subir la montaña de ti mismo sin lograr otra cosa que vanas magias de reyezuelo absurdo.
A pesar de ello, como dijo el gran Humphrey en 1942, siempre tendremos París.
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