jueves, 24 de octubre de 2013

Brynhildr

Antes que todo, el silencio. 
Es similar al espacio que existe entre una palabra y otra, sabes? 
Son aquellos momentos sagrados en que aún las fuerzas se mantienen potenciales, pero vienen, con la velocidad y la aceleración necesarias para generar un caos virtuoso o desastroso, siempre dependiendo del ojo o de la oquedad que hemos hecho en el muro que nos separa del conocimiento absoluto.

Hoy la palabra se parte, me abre, me come, lame sus dedos con delicia voraz pues sabe que me encuentro en el instante previo al estallido. 
Las armas estallan; los brotes de un árbol en primavera, también.
¿Qué nos mueve de un lugar a otro del péndulo?

Si me observaras desde un espejo, verías que parezco Brynhildr cercada por las llamas.