sábado, 14 de febrero de 2015

El borde de la estructura I.

Meditando en mis escasos momentos de plenitud neural, se acerca la Idea.
En algún punto de mi existencia, la relacioné con el dolor, con la noción de la muerte y toda aquella reacción punzante del cuerpo vinculada al rechazo de la materia ante la inexorable estancia del estrangulamiento espiritual. 
Sin embargo, hoy me percato de que era sólo una visión superflua, casi frívola, de lo que realmente ocurre e importa para mi extraño reino cabeza adentro: 
Todo objeto existe. 
Al existir, mora en la materia, sustancia contenida por la forma dada gracias a un complejo sistema de redes, que -evidentemente- nadie comprende. Se elaboran infinidades de modelos, entelequias que tratan de encontrar la correcta ejecución del procedimiento general, empero, sólo se ha logrado (por la ciencia) el hallazgo de procedimientos particulares, por ejemplo, el comportamiento del átomo, la composición de una partícula, el transcurso vital de una célula, etc. 
Cada procedimiento está ligado al anterior, de algún modo, pegoteado con el stickfix de las divinidades. 

Ahora bien, el ser humano es un transcurso vital, como tantos otros, dentro de los cientos de miles de millones de procedimientos en actual ejecución; somos uno de tantos instrumentos en la orquestación de este multiverso. Ante este fenómeno en curso, para los seres que detentan discernimiento, sólo queda rebelarse...y el único acto de rebelión es aumentar el grado de singularidad, vale decir, disminuir la densidad gregaria y darle espacio a cada uno de los seres que constituyen el cuerpo pluricelular que viste el alma. 
Huelga decir que esto no suele ocurrir y que, cuando acaece, el centro denso de la cultura reacciona violentamente, nos vemos arrojados al borde de la estructura social, pos Lucy- Dijo la Nicole Alexandra, mascando chile con la boca abierta. Es que le encanta mascar chicle y mostrar las perlas de sus dientes, porque siempre pensó que era una bonita y arcaica metáfora.

Creí tú? Yo creo que el asunto pasa por otro lado. Ponte tú, mira la violencia de mi zapatos de plataforma, mi afectado acento argentino cuando soy más chilena que los porotos, la ob-se-sión por tomar Coca Light con vodka. Nadie me lanzó a estos que son mis pecados capitales, ni a mi exquisita necesidad de calmar las ansias de la cintura para abajo mientras pienso en una indefinible mezcolanza entre Romeo Santos y Nietzsche.

La Nicole abrió los ojazos azules y se miró la entrepierna que pasaba de un estado neutro a absolutamente erecto: Nunca entendió su naturaleza, pero antes de siquiera pensar violar a la Lucy, mejor se metió los deseos en la cartera, puso los pies en polvorosa y dejó la excitación intelectual para la siguiente ocasión.