domingo, 30 de marzo de 2014

Me vi descubierta en este poema...qué terrible...


“Parábola de la inconstante”


Antes cuando me hablaba de mí misma, decía:

Si yo soy lo que soy

y dejo que en mi cuerpo, que en mis años

suceda ese proceso

que la semilla le permite al árbol

y la piedra a la estatua, seré la plenitud.


Y acaso era verdad. Una verdad.


Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra

a asirme a una pared como el enamorado

se ase del otro con sus juramentos.


Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida

en solidez de roble,

la rumorosa soledad, la sombra

hospitalaria y daba al caminante

-a su cuchillo agudo de memoria-

el testimonio fiel de mi corteza.


Mi actitud era a veces el reposo

y otras el arrebato,

la gracia o el furor, siempre los dos contrarios

prontos a aniquilarse

y a emerger de las ruinas del vencido.


Cada hora suplantaba a alguno; cada hora

me iba de algún mesón desmantelado

en el que no encontré ni una mala bujía

y en el que no me fue posible dejar nada.


Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos

para arrojar después, lejos de mi, el despojo.


Heme aquí, ya al final, y todavía

no sé qué cara le daré a la muerte.


Rosario Castellanos