sábado, 26 de junio de 2010

Un aire Un aire Un aire!

Decía el maestro Rojas que Un aire Un aire Un aire... El aliento como adicción orgánica, también se vierte en necesidades supra-orgánicas, metafísicas.
Ayer compré un libro de páginas en blanco, y mientras observaba el caos social producido por un extraño evento futbolístico, me ha venido una culposa conciencia del aire que respiro; va y viene el pecho consumiéndose la vida a cada exhalación, pero la conciencia -me dije mientras olía las páginas del librillo y desestimaba su aroma a nuevo- produce un cese de máquinas. Describo ahora -es lo poco que puedo hacer:  el cuerpo deja de recibir oxígeno y se calma el coito del cuerpo con este otro cuerpo atmosférico que envuelve a todos los seres... los sentidos se agudizan. La realidad entra violentamente sin el mordisco de la comprensión. La inhalación no aparece, la realidad -sin el mordisco de la comprensión- se hace mordisco, la inhalación no aparece, me acuerdo de algunas cosas indefinibles como peces y bonsáis y manillas de puerta, los segundos pasan, la inhalación no viene, me empujan.
Abro la pequeña oquedad de mi boca. El paso de muñeca de carne a ser de carne duró apenas unos segundos.

De pronto necesito asolarme, manchar la calma de mí, contrariar los procesos que anuncian como indispensables.

Tengo frío, el libro sin letras espera que vomite de mis dedos su alimento, voy allá.

jueves, 10 de junio de 2010

Azaroza

Me carcome la posibilidad.
¿Qué tal si me beso, qué tal si te miro, qué tal si somos, qué tal si mañana, qué tal si nunca, qué tal? 
La posibilidad se plurifica, deja su pellejo unívoco y cae en la sexual multiplicación de los elementos.  Y sucede que un marco antiguo de madera empieza a rodear mi cuerpo, enmarca mi silueta para ser espejo empañado de la realidad que se me presenta.
La posibilidad es que dejo la carne y me abro a la materia. La posibilidad en que dejo el alma y me colmo de espíritu...Me observo y sale de mí agua tenue, luz de pozo y pequeños brotes de azar.

 No me conozco, soy pequeños brotes de azar.

martes, 1 de junio de 2010

Entreguerras

Yo no era otra cosa que la primera vez.
Y así como hay muchos inicios de cuento que asemejan finales, yo no era más que una primera vez posesionándose de un individuo, si de identidades se tratara. Las letras de mi nombre se olvidan cada vez:
hay un hombre en este mundo que olvida todo lo que hace cada siete segundos. Él dice que es como estar muerto, yo digo que es una belleza, una metáfora de carne, cada siete segundos una oportunidad de hacerlo todo y borrarse de un solo mordisco la memoria. Porque todo es memoria, afán de registro. La primera vez que el ser humano fue a la Luna, la primera vez que el europeo tocó tierras extranjeras, la primera vez que se dijo una palabra, la primera vez que se encendió una vela, la primera vez que me caí, la primera vez que.

Es el primer día del mes, es la primera vez que escribo (en este día) para mí. Pocas personas hablan para mí en este lapso de entreguerras. Vienen preguntas que no sé cómo contestar.

Sí, que venga otra y me lo diga.