viernes, 22 de abril de 2016

Falda de cuerina II

A estas alturas, lo único que me relaja es el porno.
Y no es deformación profesional; me saco los zancos que me dan la apariencia de yegua sin yunta (con candado chino) y abandono el personaje.
Me dejo la peluca si no hace calor, porque me gusta el pelito largo, me acuerda a la mamita Sonia, tan buena ella...nos llevaba pan amasado como a las 4 am y nos cobraba la mitad no más. Ella vendía al ladito de la Posta Central y tenía una trenza larga y gruesa que daba gusto verla. Nosotras -duras y todo- la besuqueábamos entera a la pobre vieja, le pedíamos que rezara a la Virgen de Los Rayos y ella juntaba sus pesos y se iba rezando mientras el cielo se iba poniendo menos negro que la falda de la Nicole esa vez, te acordai, Chinita? La falda toda rota brillaba y chocaba contra los faros de los autos; yo me encontré un pedazo medio sanguinolento y me lo llevé a la casa después de todo lo que pasó.
Me senté a escuchar la radio de Carabineros a ver si decían algo...no te riai, China culiá, si es verdad. Después, tipo 7, llegó la pat'e choclo toda chorriá de rimel. Lloró, vomitó la caja de vino que se había servido con otras tontas y me juró que la Nicole no había sido, que la Nicole no había sido, que la Nicole no había sido.
Se durmió en mis brazos.
Yo suspiré.
Prendí la tele
Puse un CD de porno y en la medida que las penetraciones anales y/o vaginales iban apareciendo, me iba calmando, sabí? Encontré el Maestro Interior que decía la Nicole. Pronto los movimientos de los cuerpos abandonaron el sentido original y simplemente eran masas acoplando sus formas a otras. No, no me masturbé encima de la pat'e choclo, China, puta, que soi desubicá, oh...

miércoles, 13 de abril de 2016

Luis Alberto Spinetta - Vidami

Poema 6 (Pablo...)

TE recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera, 
las hojas recogían tu voz lenta y en calma. 
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño: 
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa 
hacia donde emigraban mis profundos anhelos 
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. 
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en
         calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

martes, 12 de abril de 2016

Jerôme de Stridon o las tardes de Margarita.

Tú sabrás,  Jerôme, cómo van las cosas.
Tú lo sabes todo, lo vives todo desde la claridad de tu espejo.
Mi caso es muy diferente, me muevo entre el vidrio empañado de las copas sin lavar y el mugriento reflejo de las escudillas que se quedaron fuera de la limpieza mensual de la platería.
A veces pasa que miro mis manos y me canso, Jerôme, me canso sólo de mirarlas y saber que deben continuar el movimiento ya iniciado, que no se puede interrumpir un estímulo físico en el espacio a la mitad sin quebrantar leyes inmanentes o bien que te observen con la mirada indulgente reservada para los locos.
Ciertamente crees que la fragilidad de la psique es una conditio sine qua non para las creaturas cercanas a la mariposa -como yo-, que es una delicia y una erógena posibilidad; nada más distante de lo real y cercano a la verosimilitud de los relatos...Mi interior es una bestia hambrienta, abyecta, amoral. Hombre sagrado, nombre sagrado, Je-rô-me,  la combinatoria oculta dice que la potencia -aún con elementos finitos- crea entidades infinitas.
A veces siento que es una obligación moral pensar en todas y cada una; a veces me pasa que miro mis manos y me canso, estrangulo el rosario con mis dedos y dejo de mirarte desde el espejo de tu óleo.
(De La liturgia de las Horas)

miércoles, 6 de abril de 2016

Wilde, siempre Wilde.

"-La muerte es un buen precio por una rosa roja -replicó el ruiseñor-, y todo el mundo ama la vida. Es grato posarse en el bosque verdeante y mirar al sol en su carro de oro y a la luna en su carro de perlas. Suave es el aroma de los nobles espinos. Dulces son las campanillas que se esconden en el valle y los brezos que cubren la colina. Sin embargo, el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el de un hombre?"

Tentada.

Los lobos me llaman.
Tú no los escuchas,
pero sus fauces
Sus fauces
Sus fauces
me invocan con lúbrico aullido.
Los lobos construyen cepos
Juegan el juego del cazador,
pero el ajedrez de los hombres
no conoce
el movimiento de la manada

la ética pura del mordisco
la estética de la herida perfecta

que eleva un manifiesto
para arrancarle los ojos
dulcemente
y sin prisas
al petirrojo que vive entre mis piernas.

lunes, 4 de abril de 2016

La naturaleza de las cosas.

A veces me pasa que no puedo amarte, y dejas de ser Henry y sólo eres un humano más con su puta circunstancia en los hombros.
Un circo de situaciones abyectas me hacen una ronda alrededor y soy una ninfa reventada a patadas en la ingle y en el hígado, vomitando bellísimas rosas coaguladas de sangre y felicidad fingida.
El juego es así, las posibilidades son infinitas por la recursividad del lenguaje...qué asco todo esto, qué tedio no poder dejar de hablar.
La hipergrafía me condena al círculo del autoerotismo y así no puedo amarte, ser que estás allí en el mundo. Las letras siempre giran sobre sí mismas, la otredad en el juego es una ilusión o, como mucho,  una servidumbre.
No quiero servirte. No quiero que me sirvas.
¿A qué vinimos a este mundo sino a lamer el olor del conocimiento? 

domingo, 3 de abril de 2016

Henry, mon amour

Escuchaba el otro día a un erudito hablar sobre los espacios de ambigüedad en los textos literarios, y cómo -en el marco de la estética de la recepción- el lector completa el vacío, apropiándose de tal modo de la obra; y, claramente, la obra sirviéndose del afán de completitud del individuo, cobra un sentido y razón otro, que jamás tuvo, que jamás tendrá. 
Henry, tu belleza estética es tu ausencia. 
Desconozco tus límites, tus fracasos, tus maravillas, tus miedos, tus (in)capacidades, tu potencial cercanía al vicio, desconozco tu exquisita malevolencia, y tu posible tendencia al narcisismo patológico no hace más que deleitarme. 
No me malentiendas, dear one, soy una receptora preciosista, creo cosmogonías que salen de mi boca o mis dedos sin distinguir parámetros morales, amo todo lo que viene de ti, pero amo más lo que viene de mí hacia ti: Podrías ser un monje tibetano, un ave del paraíso, una piedra preciosa y amaría igualmente cada espacio de tu espíritu. 
Ahora que eres tú, Henry, amo tu vacío. 
Eres el Tao.
Eterna,
perversa,
deseada vacuidad.

viernes, 1 de abril de 2016

Dear Henry III

En ciertos momentos del día, la realidad se desdibuja. Muchas ideas se montan sobre otras en una pornográfica escena, cuya bestialidad me subyuga y espanta, Henry, you see? You don't.

I'm so fucking lost.