viernes, 29 de julio de 2011

Melodía pegoteada

Y es que no me puedo sacar de mi walkman mental el estribillo de una canción de café tacuba, y el disco al parecer se rayó y nada puedo hacer para que la musiquilla infernal salga de una vez por mi oído izquierdo, como cuando era niña y me quedaba agua dentro y mi madre me decía que tenía que saltar en un pie para que saliera el exceso de agua...gira y da vueltas y rueda girando, gira y da vueltas y rueda y rueda...
Gira, gira, gira qué. Gira quiénes, no quiero pensar que somos constelaciones dentro de las constelaciones ni sistemas solares dentro de otros sistemas solares más pequeños hasta llegar a los átomos y más allá. La vida me rompió el sueño de ser mayor, rompió el papelito, lo embarró con la zapatilla y después le echó un gargajo. Claro, como para que no me olvide que las cosas en realidad sí están predestinadas y dejes esas ideas de que el azar rige. Hasta el caos tiene su orden, pequeña, me susurra, el sombrerero. Y la liebre de Marzo se sonríe sin entender una sola palabra, porque sólo entiende aquello que quiere entender.
Y hay una mujer. Y hay un hombre. Y una casa antigua, exigua de hogar. Es lo que te tocó, nena, sigue jugando, que el póker es rápido, toma la decisión antes de pensarla y recuerda que es como en el ajedrez, cuando ya estés en la jugada 15 y tu contrincante apenas en la 5, te puedes dar por salvada.
Te puedes morir tranquila.
No.
No puedo morir. Hay una situación que me lo impide -independiente del instinto de conservación que ya perdí y volvi a ganar- : siento que algo todavía no está listo, que algo se prepara...que algo viene, y me da miedo y una lujuriosa curiosidad por saber qué diablos es.