Parte de este nuevo jardín que soy, me exige reducir cantidades.
Esta condición es imprescindible para mantenerlo hermoso y bien cuidado, el asunto de todo esto que asevero es lo que ocurre al sacar una planta de raíz. Nuevamente, la radicalidad no era (creo que aún no es, espero que no sea) el alimento de mi ecosistema; por una razón de karmas y samsaras, sentía que hacerme cargo, tomar responsabilidad de la "muerte" (el no ser de una entidad viva o no viva, autoconsciente o no) era demasiado para mi pobre espalda. Sin embargo, mi nuevo jardín se seca cuando hay situaciones que no cuadran y se reproducen. No siento que las paredes se estrechen, los agentes externos son más dominables, menos absurdos (en sentido Sartreano de la palabra), la amenaza ahora es en qué posición quedo dentro del tablero de ajedrez (o de jardines interiores)...
¿Debo? ¿Quiero? ¿Puedo? Son palabras que vienen a mí constantemente ahora que necesito mucha agua y pocas hiedras parásitas.
Con todo, el sobrepensar sobre lo emotivo y sus deslindes, qué duda cabe, seguirá siendo una condición perteneciente a mi comunidad de neuronas, no quiero deshacerme de aquello (sé que es un juguito de cicuta a la larga, pero es gratificante observar cómo he logrado sustentar un collar tan bonito de textos gracias a esta condición)...creo que la contradicción tampoco será abandonada del todo, por lo que veo/leo en la medida que (me) escribo.
Decidí cortarte de raíz, te di las gracias, you know...
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