Una es un viejo edificio, una construcción en proceso de deconstrucción por el paso de los años y el exceso de café, puchos y papeles en desorden.
Una pirámide de papeles en desorden es un peligro en estos días... con el viento, el orden del relato se altera y pierdo confiabilidad como estructura, pierdo la conciencia celular de mis papeles y los personajes desaparecen, cambian su curso, quedan sus cuerpos a la mitad y yo misma como personaje, como papel dentro de la estructura doy giros erráticos en el acontecer caótico de una pirámide.
Una se lamenta de las consecuencias.
Me lamento y no sirve de nada.
sábado, 27 de agosto de 2011
miércoles, 17 de agosto de 2011
Ética y estética del Lobo.
Para el Lobo, cualquier fémina o varón es un potencial objetivo...no digo target para no ser snob, sin embargo, el lobo-snob aprecia más una palabra gringa y una copa de buen vino al son de una música chill-out. En la manada hay de todo, porque -y este es el secreto- la manada es la humanidad entera. Todos, todos, amigo, somos lobos potenciales como todos potenciales presas (independiente de que el Lobo es un sibarita por definición). Sí...
La vida se divide entre los que huyen y los que muerden, lo único que ha variado es la vestimenta de la cultura que embellece la cruel mordida y disfraza la huida como quien disfraza un muñeco mal vestido. Y allí el Lobo copula con las grietas del sistema, pero no lo malentiendan. Un Lobo -cualquiera- es, ante todo, un solitario, no un psicópata.
El problema comienza cuando la víctima no quiere dejar de ser arrollada por la belleza salvaje del coito, entra en el bosque o en las estepas y se empecina en buscarlo como si no, como si fuera cogiendo fresas o calmanso su ansia dejando miguitas de pan. Allí aparecen las Caperucitas (entendidas como un objeto de deseo masculino o femenino), perversas de cartón las malditas.
Ausentes y sin cara para el Lobo.
Todas las Caperucitas son LA (esa única) Caperucita... siempre es la misma, siempre es uno el potencial objetivo porque el Lobo mata eternamente para no ser asesinado, no vaya a ser que la nena saque la manzanita envenenada y domestique al lobo como perrito faldero.
Allì hay múltiples caminos, múltiples bifurcaciones Borgianas:
- El Lobo huye a las estepas y caperucita llora, se mata, vomita sapos, se deshace en su rol y cae en el abismo del recuerdo y lo incomprensible de la ausencia.
-Caperucita huye del Lobo, y comienza el hambre voraz en tanto que la nínfula corre y se esconde por el bosque dejando miguitas que enloquecen de erotismo doloroso al Lobo. El dolor, en el ser monstruoso, es una constante. En el Canis Lupus, también. Nunca la presa es la que busca, y en venganza se come la carne y bota los huesos.
- El Lobo ataca y Caperucita se deja morder, se deja y abre las piernas, sangrando abajo y arriba. Una gacela aparece en la lejanía. El Lobo corre por la nueva presa, dejando la capucha roja enrojecida y agonizante. Nadie podrìa juzgarlo, la naturaleza no es juzgable en el tótem de la animalidad.
- Caperucita ataca. Siempre que ocurre, el Lobo muere. Se destruye. El caos invade el bosque y el Lobo, malherido, se instala en una cueva a morir.
Sólo en ese instante, cariño-no, llega la loba a lamer tus heridas, a cubrir tu frío, a que no te me mueras, porque la loba sin el lobo, también se muere. Y todo es aullido en la noche de los licántropos, se huelen, se rozan, se tocan para olvidar el vacío.
La Loba huye, como es natural.
El lobo vuelve a las estepas.
¿Quién podría decir que eso no es amor?
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