jueves, 9 de agosto de 2012


Soy la mezquita que te protege, mi amado profeta.
Antes no eras el mismo
Ni en tu cara ni en tu gesto
Mas las olas te han traído
Como náufrago, como nido de
Dolores rotos y
Esa roja carne que completas, tú
Mi pequeño
Mi asunto primaveral
Mi despojado de triste
Ningún vocablo sería capaz de tocarte
Ni siquiera yo misma
Que te rozo los dedos
Como el sol toca la maravilla.