Si no fuera porque el cielo abunda en posibilidad.
Si no fuera porque el sexo es un durazno de múltiples carnes.
Si no fuera porque el cervatillo cayó ensangrentado en medio del vacío.
Si no fuera porque el silencio.
Entonces, quizás-amado,
penetraría
con mis dedos el tallo de la rosa,
nacería tu bosque de humedad y de sangre.