Si tengo que elegir, si tengo que elegir entre lo que quiero y lo que debo, nunca sabré a ciencia cierta si he tomado la esquina correcta. Aún así no quiero sentir que mi karma se ennegrece, que mi valor baja y el precio se eleva.
En cuestiones de valores y precios emocionales, el medio de cambio es muy distinto al de una tarjeta de crédito, es imposible intercambiar belleza por dolor, y tampoco es posible comparar aquello que parece igual, porque no lo es.
Cada existencia y cada habitación, cada verdad trae una lágrima.
Tal vez un niño en algún lugar, en algún tiempo, esboce una sonrisa.