Cuando la Greta dijo "I want to be let alone" fue una declaración de principios. La voz popular quedó con la Margarita Gautier moderna, exclamando con patetismo ahogado "I want to be alone", sin embargo, las sutilezas acompañan los pequeños actos que hacemos con nuestros decires, aun más que con nuestros haceres.
No es lo mismo querer estar sola a desear la ausencia de otros alrededor.
Sutilezas.
La soledad como opción de vida o la soledad como un escupitajo al otro, que es un mero objeto, cuerpitos móviles y sin gracia que bailan donde calienta el sol. Margarita Gautier no tiene mucho que ver con gargajos, "Déjenme sola", para el puto hueveo, en definidas cuentas. Y es un decirse a sí misma y es un círculo de ausencia dirigido, elegido -sea para el momento, sea para siempre- y con potencial asesino.
Es como cuando sacan las fotos con demasiada luz, y todos quedan mirando pelotitas inexistentes, mientras el rollo de la antigua máquina se hiere y con suerte aparece la comisura de una boca fantasmal, una copa, el ruedo de un mantel.
Ahora mismo saco mi vieja cámara y multiplico mis posibilidades de ausencia.
Y lo disfruto, lo disfruto, lo disfruto.