He tratado de construir tantas veces mi Yo freudiano (con las pocas cartas que me tocaron en temas de diseño, cálculo y física cuántica) que el hecho de perderlo me aterra. En 8 meses cumpliré 35 ciclos solares.
Comienzo el segundo tercio de mi vida humana con un miedo abisal a perderme, a que la discontinuidad sea un hecho permanente. No tolero lo permanente.
El conocimiento varía y retira elementos que son reemplazadas por otros nuevos; incluso, puede ser incremental si se lo propone y sumar elementos armónicamente en la estructura argumental del discurso epistemológico. A cada segundo, un episodio de la trama urdida contrae su sustancia y florece en otro sitio.
Sin embargo, la muerte amenaza mi posibilidad de abarcarte, mi posibilidad de abrirte mis piernas y lamer de tu saliva la esencia primordial de la totalidad.
He tratado de construir un nido de pájaros tantas veces, y sólo me sale un barquito de papel aterido en medio del Cabo de Hornos.