domingo, 31 de enero de 2016

Miedo abisal

He tratado de construir tantas veces mi Yo freudiano (con las pocas cartas que me tocaron en temas de diseño,  cálculo y física cuántica) que el hecho de perderlo me aterra. En 8 meses cumpliré 35 ciclos solares.
Comienzo el segundo tercio de mi vida humana con un miedo abisal a perderme, a que la discontinuidad sea un hecho permanente. No tolero lo permanente.
El conocimiento varía y retira elementos que son reemplazadas por otros nuevos; incluso, puede ser incremental si se lo propone y sumar elementos armónicamente en la estructura argumental del discurso epistemológico. A cada segundo, un episodio de la trama urdida contrae su sustancia y florece en otro sitio.
Sin embargo,  la muerte amenaza mi posibilidad de abarcarte, mi posibilidad de abrirte mis piernas y lamer de tu saliva la esencia primordial de la totalidad.

He tratado de construir un nido de pájaros tantas veces, y sólo me sale un barquito de papel aterido en medio del Cabo de Hornos.

miércoles, 27 de enero de 2016

(Tú no eres) cicatriz

El silencio me pobló la mente de dones.
Pequeñas sabidurías violáceas, como delicados trazos de sangre empantanados en los capilares que florecen la piel y la hermanan con las granadas.
A veces pongo trozos de fruta en mis piernas y las rompo con el dedo. Chorrea el líquido rojizo de las moras y los arándanos y parecen hematomas. Es un juego. En mi mente crece la idea aliviante de una lengua que limpie un dolor que no existe.
El agua lava la falsa cicatriz y el juego termina. Con todo, algo ha ocurrido y mi interior se revuelve inquieto.
De mis dones, hoy te concedo la posibilidad de ser (falsa) cicatriz...se abre el espacio del juego.
Tu turno.