domingo, 30 de mayo de 2010

Entiendo que.

Entiendo que la honestidad es cosa de herejes. 
Entiendo que el hecho de proferir un hecho ocurrido produce escozor.
Entiendo que mirar a los ojos duele en el otro, cuando no en uno mismo.
Entiendo que "la tolerancia es la pasión de los inquisidores".
Entiendo que no entiendan.
Entiendo que.

Y mi entender provoca, no gusta, es peor que si no entendiera.


El segundo Lunes de Mayo caí en las fauces abisales del vacío, traté de poner remedio absoluto a aquello.
Muchos se han ido de mí, desde entonces... Debiera colegir algo específico? 

La verdad es que me produce una tristeza embadurnada por la felicidad medicamentosa, más allá de eso, nada.

viernes, 28 de mayo de 2010

Aurora Borealis

Este día replica mi edad. En medio de ambos números se sitúa la conciencia de mí misma, la claridez del retrato, como diría la Violeta.
Irguiéndome apenas, decantan pluralidades de situaciones, convergen infinitos vectores y rectas para hacerme la nómade en que me ha convertido un pasar de ciclos que llamantiempoquellamavidaquellamalallamardiente, ésa loca fuera de escena que he obligado a pasar a mi segundo acto que lleva tres años en tablas.
Casi siempre de cuatro ciclos se compone la vida del ser humano, con un quinto que la guadaña se lleva con toda la solemnidad de su secreto. Luego, a unos les queda la tumba; a otros les queda la sangre; y a unos pocos, la sutil aspiración a la divinidad. Cada una con su sustancia, me parecen alternativas poco calculables mientras la tetera urge por hervir en la estufa a parafina.

Hoy ha llovido en la ciudad.

Pero no sale lluvia ni sal del espacio intermedio, un limbo de no-preguntas se place en extenderse en mis cuatro puntos cardinales. A pesar de aquello, sí sale camino y ansias por montarme a pelo sobre la incertidumbre, ansias extranjeras, luces boreales/palpitantes que me colman la letra .

jueves, 27 de mayo de 2010

Naturaleza blanca y controles remotos on canvas.


 Salvador Dalí, Crepuscular old man (1917-18)


Ahora, tranquila. Sin espacios vacíos obsesos por ser llenados de palabras. Cada una sale justa, con su propia sustancia a medio abrir. Sin prisas, sin ideas tratando de ser espesadas hasta el absurdo. Cada palabra sale de su casa, cierra la puerta y no consigo generar conexiones otras, exceptuando aquellas de dominio público, de gestión comunitaria por el conglomerado de gentes que son y me siguen en esta extraña constelación de personas que viajan a la velocidad que les da la locomoción colectiva.
En un espacio des-centrado me encuentro viajando también. Observo las conductas.
Un hombre ya de cierta edad moviliza su cuerpo por la calle, su piel curtida y sus pantalones sucios me llaman. La naturaleza muerta que se deja incoscientemente en la mesa del comedor. Cinco naranjas, un ají verde asomando su verdad y tres paltas sobre fondo blanco. Para corolar el cuadro, un teléfono inalámbrico y un control remoto en perfecta simetría.
Naturaleza blanca y controles remotos (el celular también controla remotamente, ja) on canvas.

Lo foráneo, la externalidad me llama. Lo interno se repara... Bismillah!