viernes, 28 de mayo de 2010

Aurora Borealis

Este día replica mi edad. En medio de ambos números se sitúa la conciencia de mí misma, la claridez del retrato, como diría la Violeta.
Irguiéndome apenas, decantan pluralidades de situaciones, convergen infinitos vectores y rectas para hacerme la nómade en que me ha convertido un pasar de ciclos que llamantiempoquellamavidaquellamalallamardiente, ésa loca fuera de escena que he obligado a pasar a mi segundo acto que lleva tres años en tablas.
Casi siempre de cuatro ciclos se compone la vida del ser humano, con un quinto que la guadaña se lleva con toda la solemnidad de su secreto. Luego, a unos les queda la tumba; a otros les queda la sangre; y a unos pocos, la sutil aspiración a la divinidad. Cada una con su sustancia, me parecen alternativas poco calculables mientras la tetera urge por hervir en la estufa a parafina.

Hoy ha llovido en la ciudad.

Pero no sale lluvia ni sal del espacio intermedio, un limbo de no-preguntas se place en extenderse en mis cuatro puntos cardinales. A pesar de aquello, sí sale camino y ansias por montarme a pelo sobre la incertidumbre, ansias extranjeras, luces boreales/palpitantes que me colman la letra .

2 comentarios:

  1. que divino es el tiempo... si el sol no cayera entre el mar, o la luna se posaria en la noche, el tiempo haria otra cosa de cada uno... el tiempo que transcurre dentro de la vida, donde todo lo que limita fuera de nosotros no importara lo suficiente cuando tenemos el tiempo... como una vil arma de transformación. (sorry se q no va directamente por ese punto, pero palpito mucho esa idea con tu texto ^^)

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  2. Y palpitan tantas cosas más siempre cuando de temporalidad se trata...la multiplicidad es la verdadera arma de transformación. ¬¬... creo que publicaré eso en alguna parte porque sino se me va a olvidar.

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