miércoles, 10 de octubre de 2012

Obertura.

Ella esperaba. Ella esperaba y sabía, sentada en el borde de la cama. La llamita de una vela iluminaba la pieza lamiendo las paredes blancas, apenas enrojeciendo los contornos.
La estatuilla del gato le recordaba, no, le decía cada 20 minutos que tal vez, que tal vez esa vez fuera la vez, ¿ves? No veo nada, respondía ella fumándose hasta las colillas sobrantes en el cenicero.
La ciudad se expandía como un manto de infinitas sucesiones lumínicas, como romería de velitas y gatos replicados de su pieza. Eran las 9:30 pm.
Sonó la puerta y allí estaban nuevamente: No, ya no fumo tabaco, sólo porro. Just weed. Qué snob tu comentario, agringado. Sí, hay que asumirse, al fin y al cabo lo de la cleta y esa cosa indigenista izquierdosa también es snob en un mestizo como tú con apellido extranjero. La credibilidad se vive, no se aparenta. Eso dicen. Sí, eso dice mi íntima convicción...(Ja, tu íntima convicción de que todo es una mierda, incluyéndote) Emmm, querí vino? Yapo, pero tomai conmigo. Ok.

El gato de yeso proyectaba sombra sobre la mitad del rostro y era como si una pequeña máscara ocultara una mitad faltante, esa mitad que se había ido por el desagüe.

CONTINUARÁ...

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