miércoles, 24 de octubre de 2012

El orgasmo de la diosa

El agua cae por el cuerpo y se desliza junto con la mano que sigue la curva de la espalda.
La puerta está abierta.
La luz del cuarto de baño abre con tímido asombro el espacio infinito.
Infinito porque la Paradoja de Zenón, recita Borges en algún punto de la muerte y la vida.

Previamente los hechos se precipitaron sin existir demasiados estímulos externos: Ella se sacó los pantalones a cierta hora que le pareció propicia, dejó su pequeña blusa y posó su cuerpo tibio cerca de otro cuerpo que luchaba por no temblar. Lo tomas o lo dejas, musitó el peregrino queriendo manejar la situación a último minuto. Ella, con dulzura, dejó que creyera lo que quisiera; para retirar un pequeño calzón y hacer calzar lo que hay que calzar es necesario tomar la forma que sea necesaria, en las artes amatorias no hay recurso vil, recordemos a Zeus. La humillación como concepto es nomenclatura judeo-cristiana, propia de los mesías, propia de los dioses que no son capaces de empatizar con sus creaturas... Sin embargo, ay.

La mitad de la cara se había ido por el desagüe mucho tiempo antes. La diosa abandonó al peregrino a su suerte y a su eterna bicicleta, a su eterna lucha consigo mismo, lo dejó allí acostado con los ojos abiertos mientras abría la llave de la ducha y lavaba su cuerpo con la meticulosidad necesaria para llegar al orgasmo en la soledad de dos ojos observándola sin poderlo creer.

CONTINUARÁ.

1 comentario:

  1. mujer que ganas de estar observando aquella escena me transforme en voyerista feliz y espectante tiempo que no te leia y un placer hacerlo nuevamente... informo que pronto reaparecer en letras te enviare el blog :) sigues trabajando en la maestra??

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