La mayor parte del conocimiento lo desconoces, me dijo el maestro, asimismo yo, que aprendí la magia de los elementos, visualizo el aura magnífica de los árboles y materializo las palabras apenas tocan el aire, la verdad es que no sé nada.
Veo en sus ojos el vacío de saberlo todo: El delgado tufillo de la contrasoberbia, la ausencia de sentido en su corporalidad que se refuerza en la coronilla de papel que fabrica cada día y coloca en la estatua del dios que no adora.
Cuando se retira el último fuego del atardecer entre las nubes del cielo, me conmina a devorar la corona de papel y desaparece en una nube de polillas negras.
Miro la absurda corona de papel de diario. El encabezado de una noticia narra en pocas palabras la muerte de las estructuras sociopolíticas en Vladivostok y luego invita a comprarcomprarcomprar, beberbeberbeber, lamer las botas de.
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Me salvo meditando en la secuoya.
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