No habiendo discurso, el Logos migra.
Así también con otros demonios, como el Amor (en el sentido del Panteón Griego).
Hay un nudo de papeles y palabras.
Hay un nudo y, desde Panini hasta Chomsky (sin contar con Hölderlin, Joyce, los códices Maya, Platón y Tesla), ha existido un afán enloquecido por desatarlo.
Yo ya no quiero desatar nada más; escribo -es cierto-, pero no quiero resolver ni admirar, menos comprender, la magia de eso que sucede cuando sucede. Asimismo, trepo por el Árbol del Desconocimiento para no encontrarte.
He llegado a la Iluminación: me encontré y te perdí.
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