domingo, 17 de junio de 2018

Novena.

Apareció de improviso, con la misma cara infinita de soprano asmática a punto de saltar por la cornisa.
La Virgen de las Agujas se había fabricado en Suiza, con porcelana Original de las que dicen Fragile en la caja, así que es de las finas... mire usté, Margarita, si tiene grabado abajito con letras doradas unas palabras, pero no la dé vuelta así, pue' mijita, no ve que después la patrona? Eso, con devoción se toma a la Madre del Redentor como cuando le plancha los pañuelos de seda a On Anselmo...ve lo que dice ahí abajo, Maiguita? Léamelo:

"Virgen de las Agujas, Reina de los Dolores, Tu vientre mil veces herido sana como las flores."

Margarita recogió su pubis de sólo imaginar el dolor de las Agujitas doradas en el vientre de la Virgen hecha a mano. Entonces lo supo: 
Jamás podría ir al Cielo. 
Estaba condenada. 
Su vientre y su pubis eran carnosos y redondos, una oda a los duraznos del jardín que Don Anselmo miraba desde la ventana del baño, a la vez que tocaba el triste centro de su pantalón, como intentando revivir un muerto de tres días. 
Jamás.
Estaba condenada.
El cielo era para las EsclavasdelSeñorhágaseenmísegúnTuPalabra.
Miró con rabia a la Reina de los Dolores y escupió sobre la estatuilla sin piedad.



Tomó un paño y -con una rabia afortunadamente confundida con devoción- limpió el polvillo de los pliegues de la Virgen como quien revienta unos vidrios con una piedra volcánica.


(De La Liturgia de las Horas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario