domingo, 1 de agosto de 2010

Trompe l'oeil

Anaïs Nin nunca se preguntó si quererlo todo aportaba con una cuota de bondad o maldad al mundo que la rodeaba. Era una perla sin ojos, o con los ojos volcados hacia la propia noción de su belleza. Necesitaba de sí misma, y en la medida que arrasaba consigo en voraces dentelladas, arrojaba la vista furiosamente hacia otro, lo devoraba, y nadie hubiera osado detener aquel acto colmado de sangre y poesía.
Anaïs Nin amaba de acuerdo al tamaño de su espejo. Cualquier reflejo que circulara como atavío a su carne era absorbido, y la realidad sólo se reducía a un ornamento, a una habitación decorada con trompe l'oeil.

Donoso sabía de estas cosas, por ello he dejado de leerlo y he comenzado a comprenderlo, lo mismo con la adorable Anaïs.

Me acerco a la verdad a través de otros, porque no soy capaz de ser cuchillo... Tengo fiebre, creo que he visto demasiado cine francés.

2 comentarios:

  1. Es extraño como alguien resalta por ser mas Humano que los demás, ser la persona enfatisada, aquella que esta subrayada, recalcada, esa persona que debe ser nombrada con el timbre de voz mas potente. Ser exesivamente persona

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