domingo, 30 de noviembre de 2014

La poesía y los imbéciles

(por Aldo Pellegrini)

La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.

Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder.

Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.

Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. Es ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea la llamada "poesía oficial", poesía de lentejuelas, poesía que suena a hueco.

La poesía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder.

Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad. El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino participa de ella misma.

La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tiene el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.

La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Mujer dragón



Soy la mujer que sabe el sabor silente de la sabiduría.


Quien piense que lo sabio existe en el relamido conjunto neuronal de la logicidad, se equivoca.
La sabiduría, necesariamente, es sensorial.
La serpiente se arrastra y acaricia el suelo con su cuerpo.
Lame y olisca con la lengua.
Fabula sus visiones embriagadas en el veneno de sus ojos.
Las vibraciones del aire impactan sobre sus huesos, es el único e intenso modo de oír el mundo y su circunstancia.


Como ves, la serpiente del Ouroboro sólo conoce su propia esencia a través de su materialidad.
Nada puede evitarlo.
No quiero evitar lo que me prodigue más savia
que deleite
las papilas gustativas
de mi libertad.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Palabras al cierre


El  peculiar sabor de la propia saliva en el muslo de ella, no de cualquier hembra, de ella, y su piel especialmente suave, especialmente salada, en ese espacio interno que se acerca, con peligro, a la entrepierna. El salvaje sabor, el olor que logro extraer de cada poro abierto por obra y gracia de la bendita succión. Dios no sabe qué es eso. Dios nunca sabrá las delicias que ha creado y que se está perdiendo. Esta hembra me come con sus piernas y yo no puedo hacer otra cosa que obedecer y lamer hacia sus labios mayores, que no demoran la caricia y agradecen con sus cálidos fluidos mi lengua acosadora. Yo no sé nada, no sé otra cosa que el deseo presente de penetrarla, saberla hasta el tuétano, romperle la conciencia y abrirla como le abro las piernas ahora. Es bella, es una fruta jugosa. Es ella, es lo que no será nunca.

Bocanada. Agitación. 6 AM hora del Atlántico. Cama de dos plazas. Ella/Él. Qué pasa, B, Nada, nada, ¿Pesadilla?, No,no, sueño (Exquisito). 

Mecanicismo vivencial en cámara rápida con flash backs en potencia decreciente. Cierre de cámara. Off.

Bocanada. Agitación. 6 AM hora de Chile. Cama de dos plazas. Ella/Él. ¿F.L?, Sí, sí, ¿Pesadilla?, No, no, viaje astral (mojado, pero al fin y al cabo). Ah, dale (Siguen durmiendo). 

Mecanicismo vivencial en cámara ultrarápida con momentos en cámara detenida y ultralenta focalizando una hoja, una abeja, una sonrisa cayendo. Cierre de cámara. Off.

Estne nimis, dive?



Escribir es todo. 

Es la trinchera de todo.


Es la máxima relación de equivalencia, con la capacidad de elevar el exponente a infinitas relaciones numéricas de complejidad creciente toda vez que cada entidad o noumen es una probabilidad (in)constante para que el multiverso sustente su propia existencia; para que veas cómo es posible traspasar y ultrajar (qué bonita palabra) discursos -como el de las ciencias duras, en este caso-. 
Borges sonríe desde su cielo disecado e infernal. 
Heidegger, asimismo, sonríe desde el Dasein y con la maldita certeza de que no existe traductor que lo aguante en dimensión alguna.

Como he manifestado, escribir es todo y, además, es el todo. 
El flujo de la conciencia humana como reflejo de la conciencia divina: no queda más que esto en el circo atroz de lo posible.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Aseveraciones de 33.

Constatando mi realidad de circo pobre ante los (tristes) aires virreinales de mi nariz, la postura -quizás demasiado- erguida de mi columna, que impresiona como aparente autoconcepto inflado por el ego desmedido; y la palabra, siempre barroca, acudiente a la lengua como abeja presurosa a la flor más transparente. Sí, el cuerpo es un vestido refractante entre el sema que soy versus el sema proyectado versus el sema que deseo proyectar versus el sema percibido versus el sema interpretado versus el sema escupitajeado del cerebro a la boca comobesocomosecrecióncomogemidovagidolamidamordidasalivacomo.
Constatando todo otro punto posible de observación, soy una hembra punzante, escribiente y difícil, anómala hasta el punto de la normalidad (hoy los anómalos somos legión). 
Puedo decir a mi favor que Pizarnik, 
que Nothomb, 
que Kerouac, 
que Camus, 
todos esos árboles habitan en mi cerebro de animala metafísica cargada de congojas. Huidobro riega los árboles.
Dios es un jardín.