sábado, 29 de noviembre de 2014

Mujer dragón



Soy la mujer que sabe el sabor silente de la sabiduría.


Quien piense que lo sabio existe en el relamido conjunto neuronal de la logicidad, se equivoca.
La sabiduría, necesariamente, es sensorial.
La serpiente se arrastra y acaricia el suelo con su cuerpo.
Lame y olisca con la lengua.
Fabula sus visiones embriagadas en el veneno de sus ojos.
Las vibraciones del aire impactan sobre sus huesos, es el único e intenso modo de oír el mundo y su circunstancia.


Como ves, la serpiente del Ouroboro sólo conoce su propia esencia a través de su materialidad.
Nada puede evitarlo.
No quiero evitar lo que me prodigue más savia
que deleite
las papilas gustativas
de mi libertad.

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