otros espejos
otras aguas de otros ríos.
Ay, Ayün, siempre debo irme
y las voces
las voces
el susurro de tu cuerpo
es la sombra
o la semilla que dejo
en tanto que el azar
es
el único dios que me besa.
Mis ojos alucinados
siguen el fervor animal
de mis pies:
mi piel arde
un fuego azul
arrasa con todo a su paso.
Hasta que llega el silencio
submarino
de mi cuerpo
dormido entre jaguares.
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