martes, 23 de diciembre de 2014

En la noche terrible (F.Pessoa).

En la noche terrible, sustancia natural de todas las noches,
En la noche de insomnio, sustancia natural de todas mis noches,
Recuerdo, velando en modorra incómoda,
Recuerdo lo que hice y lo que podía haber hecho en la vida.
Recuerdo, y una angustia
Se derrama por mí como un frío del cuerpo o un miedo.
Lo irreparable de mi pasado: ¡ése es el cadáver!
Todos los otros cadáveres quizá sean ilusiones.
Todos los muertos quizá estén vivos en otra parte
Todos mis propios momentos pasados quizá existan por ahí,
En la ilusión del espacio y del tiempo,
En la falsedad del devenir.
Pero lo que yo no fui, lo que yo no hice, lo que ni siquiera soñé;
Lo que sólo ahora veo que debería haber hecho,
Lo que sólo ahora claramente veo que debería haber sido...
Es lo que está muerto más allá de todos los Dioses,
Eso –y fue al fin lo mejor de mí– es lo que ni los Dioses hacen vivir...

Si a cierta altura
Hubiese doblado hacia la izquierda en lugar de hacia la derecha;
Si a cierta altura
Hubiese dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí;
Si en cierta conversación
Hubiese tenido las frases que sólo ahora, en el entresueño, elaboro...
Si todo eso hubiese sido así,
Sería otro hoy, y tal vez el universo entero
Sería llevado insensiblemente a ser otro también.

Pero no doblé hacia el lado irreparablemente perdido,
No doblé ni pensé doblar, y sólo ahora lo percibo;
Pero no dije no o no dije sí, y sólo ahora veo lo que no dije;
Pero las frases que faltó decir en ese momento me surgen todas,
Claras, inevitables, naturales,
La conversación cerrada concluyente,
La materia toda resuelta...
Pero sólo ahora lo que nunca fue, ni será hacia atrás, me duele.

Lo que de veras fallé no tiene ninguna esperanza
En ningún sistema metafísico.
Puede ser que para otro mundo pueda llevar lo que soñé,
¿Pero podré llevar para otro mundo lo que me olvidé de soñar?
Esos sí, los sueños por tener, son el cadáver.
Lo entierro en mi corazón para siempre, para todo el tiempo, para todos los universos.

En esta noche donde no duermo, y el sosiego me cerca
Como una verdad de la que no participo,
Y allá fuera la luna, como la esperanza que no tengo, es invisible para mí.



Na Noite Terrivel

Na noite terrível, substância natural de todas as noites,
Na noite de insônia, substância natural de todas as minhas noites,
Relembro, velando em modorra incômoda,
Relembro o que fiz e o que podia ter feito na vida.
Relembro, e uma angústia
Espalha-se por mim todo como um frio do corpo ou um medo.
O irreparável do meu passado — esse é que é o cadáver!
Todos os outros cadáveres pode ser que sejam ilusão.
Todos os mortos pode ser que sejam vivos noutra parte.
Todos os meus próprios momentos passados pode ser que existam algures,
Na ilusão do espaço e do tempo,
Na falsidade do decorrer.
Mas o que eu não fui, o que eu não fiz, o que nem sequer sonhei;
O que só agora vejo que deveria ter feito,
O que só agora claramente vejo que deveria ter sido —
Isso é que é morto para além de todos os Deuses,
Isso — e foi afinal o melhor de mim — é que nem os Deuses fazem viver ...

Se em certa altura
Tivesse voltado para a esquerda em vez de para a direita;
Se em certo momento
Tivesse dito sim em vez de não, ou não em vez de sim;
Se em certa conversa
Tivesse tido as frases que só agora, no meio-sono, elaboro —
Se tudo isso tivesse sido assim,
Seria outro hoje, e talvez o universo inteiro
Seria insensivelmente levado a ser outro também.

Mas não virei para o lado irreparavelmente perdido,
Não virei nem pensei em virar, e só agora o percebo;
Mas não disse não ou não disse sim, e só agora vejo o que não disse;
Mas as frases que faltou dizer nesse momento surgem-me todas,
Claras, inevitáveis, naturais,
A conversa fechada concludentemente,
A matéria toda resolvida...
Mas só agora o que nunca foi, nem será para trás, me dói.

O que falhei deveras não tem sperança nenhuma
Em sistema metafísico nenhum.
Pode ser que para outro mundo eu possa levar o que sonhei,
Mas poderei eu levar para outro mundo o que me esqueci de sonhar?
Esses sim, os sonhos por haver, é que são o cadáver.
Enterro-o no meu coração para sempre, para todo o tempo, para todos os universos,

Nesta noite em que não durmo, e o sossego me cerca
Como uma verdade de que não partilho,
E lá fora o luar, como a esperança que não tenho, é invisível p'ra mim.

jueves, 18 de diciembre de 2014

Des-amor


Cosa extraña, esta, la del amor.

De pronto, asimos la realidad desde la leve yema del placer, que florece como un capullo rojo y violento en el pubis. Entonces, toda la realidad es el horizonte montañoso de unos pechos y la curva extrema de una espalda.
Sin embargo, ocurre que esto deja de ocurrir.
La leve yema del placer es desplazada por la contemplación.


Quién eres,
de dónde vienes,
qué eres,

(de dónde proviene la savia que veo correr por mis piernas
qué es
qué significa
qué propone epistemológicamente
qué proyecta dentro de la recta infinita)


Qué me sucede...

domingo, 30 de noviembre de 2014

La poesía y los imbéciles

(por Aldo Pellegrini)

La poesía tiene una puerta herméticamente cerrada para los imbéciles, abierta de par en par para los inocentes. No es una puerta cerrada con llave o con cerrojo, pero su estructura es tal que, por más esfuerzos que hagan los imbéciles, no pueden abrirla, mientras cede a la sola presencia de los inocentes. Nada hay más opuesto a la imbecilidad que la inocencia. La característica del imbécil es su aspiración sistemática de cierto orden de poder. El inocente, en cambio, se niega a ejercer el poder porque los tiene todos.

Por supuesto, es el pueblo el poseedor potencial de la suprema actitud poética: la inocencia. Y en el pueblo, aquellos que sienten la coerción del poder como un dolor. El inocente, conscientemente o no, se mueve en un mundo de valores (el amor, en primer término), el imbécil se mueve en un mundo en el cual el único valor está dado por el ejercicio del poder.

Los imbéciles buscan el poder en cualquier forma de autoridad: el dinero en primer término, y toda la estructura del estado, desde el poder de los gobernantes hasta el microscópico, pero corrosivo y siniestro poder de los burócratas, desde el poder de la iglesia hasta el poder del periodismo, desde el poder de los banqueros hasta el poder que dan las leyes. Toda esa suma de poder está organizada contra la poesía.

Como la poesía significa libertad, significa afirmación del hombre auténtico, del hombre que intenta realizarse, indudablemente tiene cierto prestigio ante los imbéciles. Es ese mundo falsificado y artificial que ellos construyen, los imbéciles necesitan artículos de lujo: cortinados, bibelots, joyería, y algo así como la poesía. En esa poesía que ellos usan, la palabra y la imagen se convierten en elementos decorativos, y de ese modo se destruye su poder de incandescencia. Así se crea la llamada "poesía oficial", poesía de lentejuelas, poesía que suena a hueco.

La poesía no es más que esa violenta necesidad de afirmar su ser que impulsa al hombre. Se opone a la voluntad de no ser que guía a las multitudes domesticadas, y se opone a la voluntad de ser en los otros que se manifiesta en quienes ejercen el poder.

Los imbéciles viven en un mundo artificial y falso: basados en el poder que se puede ejercer sobre otros, niegan la rotunda realidad de lo humano, a la que sustituyen por esquemas huecos. El mundo del poder es un mundo vacío de sentido, fuera de la realidad. El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse sino un modo de participar en la realidad misma. Recurre a la palabra, pero busca en ella su valor originario, la magia del momento de la creación del verbo, momento en que no era un signo, sino parte de la realidad misma. El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino participa de ella misma.

La puerta de la poesía no tiene llave ni cerrojo: se defiende por su calidad de incandescencia. Sólo los inocentes, que tiene el hábito del fuego purificador, que tienen dedos ardientes, pueden abrir esa puerta y por ella penetran en la realidad.

La poesía pretende cumplir la tarea de que este mundo no sea sólo habitable para los imbéciles.

sábado, 29 de noviembre de 2014

Mujer dragón



Soy la mujer que sabe el sabor silente de la sabiduría.


Quien piense que lo sabio existe en el relamido conjunto neuronal de la logicidad, se equivoca.
La sabiduría, necesariamente, es sensorial.
La serpiente se arrastra y acaricia el suelo con su cuerpo.
Lame y olisca con la lengua.
Fabula sus visiones embriagadas en el veneno de sus ojos.
Las vibraciones del aire impactan sobre sus huesos, es el único e intenso modo de oír el mundo y su circunstancia.


Como ves, la serpiente del Ouroboro sólo conoce su propia esencia a través de su materialidad.
Nada puede evitarlo.
No quiero evitar lo que me prodigue más savia
que deleite
las papilas gustativas
de mi libertad.

lunes, 24 de noviembre de 2014

Palabras al cierre


El  peculiar sabor de la propia saliva en el muslo de ella, no de cualquier hembra, de ella, y su piel especialmente suave, especialmente salada, en ese espacio interno que se acerca, con peligro, a la entrepierna. El salvaje sabor, el olor que logro extraer de cada poro abierto por obra y gracia de la bendita succión. Dios no sabe qué es eso. Dios nunca sabrá las delicias que ha creado y que se está perdiendo. Esta hembra me come con sus piernas y yo no puedo hacer otra cosa que obedecer y lamer hacia sus labios mayores, que no demoran la caricia y agradecen con sus cálidos fluidos mi lengua acosadora. Yo no sé nada, no sé otra cosa que el deseo presente de penetrarla, saberla hasta el tuétano, romperle la conciencia y abrirla como le abro las piernas ahora. Es bella, es una fruta jugosa. Es ella, es lo que no será nunca.

Bocanada. Agitación. 6 AM hora del Atlántico. Cama de dos plazas. Ella/Él. Qué pasa, B, Nada, nada, ¿Pesadilla?, No,no, sueño (Exquisito). 

Mecanicismo vivencial en cámara rápida con flash backs en potencia decreciente. Cierre de cámara. Off.

Bocanada. Agitación. 6 AM hora de Chile. Cama de dos plazas. Ella/Él. ¿F.L?, Sí, sí, ¿Pesadilla?, No, no, viaje astral (mojado, pero al fin y al cabo). Ah, dale (Siguen durmiendo). 

Mecanicismo vivencial en cámara ultrarápida con momentos en cámara detenida y ultralenta focalizando una hoja, una abeja, una sonrisa cayendo. Cierre de cámara. Off.

Estne nimis, dive?



Escribir es todo. 

Es la trinchera de todo.


Es la máxima relación de equivalencia, con la capacidad de elevar el exponente a infinitas relaciones numéricas de complejidad creciente toda vez que cada entidad o noumen es una probabilidad (in)constante para que el multiverso sustente su propia existencia; para que veas cómo es posible traspasar y ultrajar (qué bonita palabra) discursos -como el de las ciencias duras, en este caso-. 
Borges sonríe desde su cielo disecado e infernal. 
Heidegger, asimismo, sonríe desde el Dasein y con la maldita certeza de que no existe traductor que lo aguante en dimensión alguna.

Como he manifestado, escribir es todo y, además, es el todo. 
El flujo de la conciencia humana como reflejo de la conciencia divina: no queda más que esto en el circo atroz de lo posible.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Aseveraciones de 33.

Constatando mi realidad de circo pobre ante los (tristes) aires virreinales de mi nariz, la postura -quizás demasiado- erguida de mi columna, que impresiona como aparente autoconcepto inflado por el ego desmedido; y la palabra, siempre barroca, acudiente a la lengua como abeja presurosa a la flor más transparente. Sí, el cuerpo es un vestido refractante entre el sema que soy versus el sema proyectado versus el sema que deseo proyectar versus el sema percibido versus el sema interpretado versus el sema escupitajeado del cerebro a la boca comobesocomosecrecióncomogemidovagidolamidamordidasalivacomo.
Constatando todo otro punto posible de observación, soy una hembra punzante, escribiente y difícil, anómala hasta el punto de la normalidad (hoy los anómalos somos legión). 
Puedo decir a mi favor que Pizarnik, 
que Nothomb, 
que Kerouac, 
que Camus, 
todos esos árboles habitan en mi cerebro de animala metafísica cargada de congojas. Huidobro riega los árboles.
Dios es un jardín.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Atte: La misma puta de siempre.

Las putas del alma no debemos tener complejos.
Eso dicen, al menos, los especialistas.
Me imagino que has abandonado esta tierra que contiene mis pies y los enloda día tras día buscando una posada donde calmar las ansias. No tengo complejos con ello, tampoco si vas solo, acompañado, o sólo tu cuerpo, y el alma distraída cayendo en cualquier parte.
Hace unos días, pocos días atrás uno de tantos me decía (en el embrujo de su trastorno de ansiedad) que mis palabras eran Brutales, así, con mayúscula. De qué habla...Baudelaire es brutal.
Rimbaud inventó la brutalidad.
Pablo de Rockha es un brutal de brutales,
y así una serie de exquisitos y delectables que, una puta de alma como yo, no habría tenido complejos en devorar hasta el último y masticado hueso, hasta el tuétano, por ser más específica y contextual a la brutalidad.
Otras cosas son brutales también, no sólo la poesía mayor.
También, Heiddeger es b-r-u-t-a-l, y cada letra pronunciada por separado, porque con Heiddeger hay que tener cuidado con equivocarse. De Sade, Kandinsky, Pollock, los dos Salvadores, Bach, Artaud, Schiele, Lynch, en fin...el arte.
Todo lo que sea un coágulo de sangre y dolor en el ojo.
Porque para vivir es necesario.
Porque para morir, también.

sábado, 10 de mayo de 2014

Subjetividad es adjetivo.

Un hombre barre las hojas, yo pienso que no puede haber un acto más poético que éste.
Un hombre, un hombre cualquiera limitando la naturaleza: podría decir que es un acto político, ético, antropológico, técnico, hierético, cultural al fin; demostrable, censurable, mensurable, cognoscible, incluso epistemológico (si alguien cree en ese asunto todavía). Sin embargo, es un hombre, un único hombre, un hombre solo (castigadoproletarioconcentradoabsolutominutoaminutomuriente. Calmo)...
Ya casi ha terminado. El arte le sale por los poros.



Es Otoño.

domingo, 30 de marzo de 2014

Me vi descubierta en este poema...qué terrible...


“Parábola de la inconstante”


Antes cuando me hablaba de mí misma, decía:

Si yo soy lo que soy

y dejo que en mi cuerpo, que en mis años

suceda ese proceso

que la semilla le permite al árbol

y la piedra a la estatua, seré la plenitud.


Y acaso era verdad. Una verdad.


Pero, ay, amanecía dócil como la hiedra

a asirme a una pared como el enamorado

se ase del otro con sus juramentos.


Y luego yo esparcía a mi alrededor, erguida

en solidez de roble,

la rumorosa soledad, la sombra

hospitalaria y daba al caminante

-a su cuchillo agudo de memoria-

el testimonio fiel de mi corteza.


Mi actitud era a veces el reposo

y otras el arrebato,

la gracia o el furor, siempre los dos contrarios

prontos a aniquilarse

y a emerger de las ruinas del vencido.


Cada hora suplantaba a alguno; cada hora

me iba de algún mesón desmantelado

en el que no encontré ni una mala bujía

y en el que no me fue posible dejar nada.


Usurpaba los nombres, me coronaba de ellos

para arrojar después, lejos de mi, el despojo.


Heme aquí, ya al final, y todavía

no sé qué cara le daré a la muerte.


Rosario Castellanos

jueves, 13 de febrero de 2014

Respuesta a Shaerezade.

Mañana se ha vuelto hoy y tus palabras han remecido mi íntima naturaleza de humano abandonado.
Los sabios acuden a mí mostrando astrolabios, artefactos de guerra, papiros sagrados, constelaciones y fantasmagorías que sólo anuncian la fatalidad de la especie, adorada. El sentido se pierde, tú sabes, en mis habitaciones, que son mi cárcel, que son mi paraíso, que son mi carne y el infortunio de tenerlo todo, adorada, me desgarra. Sólo tu río de palabras calma mi sed.
Habla.
Habla siempre,
cántame,
rómpeme los oídos,
que todo otro instinto que no sea abrir mis oídos a ti desaparezca
que toda otra respuesta no exista sino entre tus piernas
en la miel que corre de tu sexo
mujer mía
mía
mujer
narradora
tu saliva tu letra tu hombro
rómpeme los oídos
cántame,
campo de girasoles
cántame
háblame siempre.
Ámame.